20 jun 2012

In illo tempore o Carta a un corazón lejano


In illo tempore… reza al principio de una escritura, como la que ahora yo escribo, sagrada, pura, cómplice del impulso magnífico de este corazón que lucha a martillazos acelerados, pero rítmicos y constantes buscando la tenue armonía de tu voz, aquella del acento caribeño y seductor; la soltura de tus letras en las que mi mente divaga por la imaginación y mi espíritu se estremece en la ternura de ese amor deseoso de ser correspondido.
Mis letras, pasivas y silenciosas que contienen toda la fuerza y el ímpetu de este amor que te profeso, hoy quisieran ser suficientes  para hacerte estremecer y sentir aquello por lo que hoy vivo, suspiro y preciso en mis escritos, sin embargo saben que el camino es largo y sinuoso, complicado y que le faltan tinta y hojas. Aún así pretendo siempre ser y estar y jamás dejarte escapar, soñar con sostener tus delicadas y suaves manos en las mías, desgastadas por el martillo y la hoz, fuertes, grandes, orantes, protectoras, deseosas de encontrarse con tu corazón abatido y desilusionado que guarda un ahíto de esperanza en la claridad de tus ojos verdes. Abre tus manos, pequeña del amor, no temas a la distancia y el tiempo, abre tus manos ¿sientes las mías? Deja que tu corazón te guíe y descubra lo que el mío le quiere decir, porque solo un corazón entiende a otro y mi lenguaje no es suficiente. Amada Mariana, pequeña del amor, abre tus manos, acepta mis talentos, también son tuyos, lo demás viene con los primeros destellos del amanecer.
Hija de Ávila, pequeña Mariana, he descubierto tres luces en tu abatido corazón, la primera luz viajante de Egipto, grande y poderosa hija de Ra, la segunda retoño de Gea, huele a Rosas y agua fresca y la más pequeña luz shakesperiana romántica, llena de ti. ¡Que hermosas luces habitan tu corazón! Con ellas me quedo, con ellas y tu abatido corazón. Pequeña del amor, ¿ahora sabes quién es la musa de mi inspiración? ¿ya lo descubriste? Espero que así sea, que estas letras escritas con la tinta del corazón viajen por valles y llanuras hasta esos ojos verdes como la aceituna y entren hasta el recoveco más profundo de tu corazón.
Tú me encontraste hace poco, yo te he buscado toda mi vida y quiero ser aquel de tus erotismos, aquel guerrero de tus frentes, aquel de tu inspiración que te hace suspirar en las noches de soledad.
Hoy ya no quiero dejarte ir, llegaste a mi santuario, te tejiste en el entramado de mis letras, te llevaste mi corazón entre tus manos y mi música en tus oídos. Son tuyos, si así te parece bien, no me los devuelvas, ahora se deben a ti.
Pequeña del amor, linda Mariana, muchos han escrito sobre tu belleza, tu espíritu indomable, mujer Revolucionaria, tus ojos de ese verde del Ávila que tanto amas. Otros tantos han querido conquistarte cual doncella medieval en una justa poética. Yo sólo escribo a tu corazón, el que me ha derrumbado, ese pequeño guardián de tus luces, ese que te constituye y te hace ser quien eres. Escribo por aquel que me ha arrebatado una lágrima, un suspiro, un deseo, un “te quiero”.
Pequeña del amor, no huyas de mi, no detengas el ímpetu de mis pasos, no me escondas tu corazón, se que no es el momento, aún hay mucho por reconstruir y resarcir los daños, y aquí están mis manos para ayudarte y sostenerte. Yo el más humilde sólo quiere llevarse tu corazón, ser aquello que siempre has deseado. Carezco de lo que los estereotipos definen como belleza, pero eso es inversamente proporcional a mis fuerzas, mis ganas y mi corazón.
Bella Mariana, te doy mis letras, mi música, mis manos de labor, mi corazón y mi inquieto espíritu, eso es todo lo que soy y lo que tengo.
¿Me regalas tu corazón?

De quien te ama siempre
Alejandro